23.6.15

Piel Seca

Días pasados realicé una instalación para el baño de la Casa Taller para colaborar con la tesis de la Licenciatura de Teatro en respuesta a la invitación de Soledad Cipollari. También me solicitó un texto que escribí y a continuación he decidido publicarlo aquí ahora que nuestra querida actriz ya ha obtenido su grado académico.
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La casa es nuestra tercera piel dice Hundertwasser, el arquitecto que también dijo que “Si el arte por el arte es una aberración, la arquitectura por la arquitectura es un crimen”.
El sueño de tener la casa propia, esta tercera piel que parece ser la piel más difícil de obtener, de procurarse. En relación con este sueño anhelado y su relación con la política podríamos escribir largo y tendido. La casa propia trae consigo, en consecuencia directa el baño propio. Juan Carlos Jiménez Rufino[1], comenta en su biografía la impresión que le causó usar un inodoro por primera vez en su vida, la alegría y el placer que le causó tener su propio baño. Y también cuenta más tarde como ese mismo artefacto se convertiría en un instrumento de tortura para la práctica llamada “el submarino”, cuando los militares hacían racias en los bailes y se lo llevaban junto con sus seguidores.
En la película Slumdog Millionaire titulada ¿Quién quiere ser millonario? en castellano, hay una escena inolvidable que nos muestra una evidencia del progreso de la tecnología sanitaria y la conveniencia de tener un baño privado.[2]
Marcel Duchamp, el artista que fundó el arte conceptual al elegir un urinal ó mingitorio  y lo elevó a la categoría de objeto artístico “ready made”, decía que el único arte que habían desarrollado los norteamericanos era la industria de sanitarios.
He sido invitada para participar en la tesis de Soledad Cipollari, acepté y voy a realizar una instalación artística en el baño. He leído bastante sobre Hundertwasser y las cinco pieles del hombre. Voy a hacer mi aporte desde la piel  de una mujer.
De los espacios disponibles escogí el baño, al principio sin pensarlo mucho, se me presentó como un lugar pasible de ser continente de múltiples sentidos y sensaciones.  Es un lugar privado, cálido en general y húmedo. En el baño podemos encontrar agua controlada.
En la literatura, muchas veces encontramos el agua, el baño o el río como metáforas del tiempo, de la verdad desnuda, de Eros, la vida, la búsqueda de la eterna juventud.  
El Baño
Las cejas levantadas, la boca entreabierta, mirabas huir en la corriente del río la túnica que se te había escapado.
Pasaba por la orilla y te grité: “Salud, hija de Baktili; ¡Que la felicidad sea contigo!”
Me contestaste: ¿Cómo podría ser feliz? Allá va mi túnica en la corriente…”
Y como el poeta sabe usar las oportunidades te dije: “Hija de Baktili, ¡que la felicidad sea contigo! Tu juventud es parecida a esa túnica en la corriente: se aleja de ti cada día que pasa y no hay mano que sepa retenerla.  No te quedes mirándola escapar. Ven bajo este follaje y ya te haré yo un vestido de caricias”. [3]
Anónimo
En las calles de Córdoba, esta poesía ha mutado y podríamos escucharla en la subversión local, un poco menos romántica y más salvaje o guarra: “Mamita, vení que te hago una túnica de baba”. En tiempos de violencia de género, estas frases se interpretan como abuso.
En otro texto anónimo a propósito del baño se lee “Y la hora de mi mayor deleite es la del baño general. El baño se realiza al mediodía y es verdaderamente una fiesta cotidiana de ondas, de líneas, de luz y de armonía.
El baño para mí también es un lugar de privacidad, por ejemplo, cuando se convive con otros muchos, sean familiares o no. Recuerdo haber tenido una conversación fundamental con mi hijo cuando tenía cinco años y debía tomar una decisión para mi futuro laboral que nos afectaba a los dos. Fue el único rincón que encontré donde podríamos hablar tranquilos, sin interrupciones y en privado. También es biblioteca, cuando sabés que vas a demorar, te llevas un libro y el tiempo pasa más alegremente y uno siente que lo ha aprovechado.
El baño puede tener asociados también momentos trágicos, como cuando luego de un asalto a mano armada en tu propio domicilio, fuiste encerrado junto a otros cinco integrantes del grupo familiar a punta de pistola, y te encontrás a centímetros de distancia, piel con piel durante unos cuantos, interminables veinte minutos, exprimiendo tu cerebro en un ejercicio magnífico de inteligencia colectiva para desarmar la percha de las toallas, luego la cerradura, quitar el picaporte y recuperar la libertad.
El baño puede albergar el recuerdo de un encuentro amoroso, una ducha placentera llena de caricias y besos.
El baño puede haber sido acogedor para depilarte las piernas con cera ó pasarte la maquinita para sacarte los pelos. Media pierna, pierna completa, cavado, tira de cola, cachetitos. También es el lugar más adecuado para encremarte luego de una ducha para aliviar los efectos de un intenso baño de sol. Es el mejor lugar para cortarte las uñas de los pies porque es más fácil de barrer luego, y además tenés el inodoro para sentarte y apoyar los pies sobre el bidet.
El bidet sería objeto de extensa literatura, vamos a dejarlo para otra oportunidad, pero basta con sugerir que ha sido tematizado en canciones. “No hagas promesas sobre el bidet”dijo Charly García. Se dice que es un invento argentino y usualmente pierde agua, por arriba ó por abajo ó no tiene suficiente presión, en general los médicos desaconsejan su uso a las mujeres especialmente en diagnósticos de candidiasis. El uso del bidet puede proporcionar mucho placer en las zonas erógenas. Y su inexistencia en algunos países asegura anécdotas inolvidables. Recuerdo en una ocasión estábamos en la cola de un parque de agua, esperando nuestro turno para lanzarnos por un tobogán acuático. Mi hijo, que en ese tiempo no pasaba de unos ciento veinte centímetros de estatura, se dio vuelta y me dijo “qué feo huelen los ingleses ¿por qué no usan bidet?”
Hay otros afeites que tienen lugar en el baño: lavarse los dientes por ejemplo, es una típica escena repetida en cientos de películas y novelas televisivas, que muestran situaciones de intimidad, sensuales, trágicas en el caso de las películas de terror cuando se mezclan los barbitúricos con otros medicamentos en el mueble detrás del espejo.
También uno puede lavarse las manos y aquí la asociación inmediata de la cuestión de Poncio Pilatos, lavarse las manos es una actitud bastante típica en estas latitudes.
Las escenas de tocador han sido representadas muy a menudo por pintores de todos los tiempos y lugares. A mi mente acuden raudas imágenes mezcladas, innumerables visitas a museos con páginas de libros conteniendo los desnudos de Ingres, Goya, Morisot, Courbet, entre tantos otros. Casi siempre mujeres posando desnudas, o envueltas en toallas, peinándose.
Voy a realizar una instalación en el baño con objetos reciclados, recontextualizados, objetos ordinarios, imágenes de revistas, imágenes de colección de infancia, entre otras cosas. Voy a crear una instalación en el baño de la Casa-Taller y espero que sea también un aporte para una construcción colectiva de sentido con la intención que nos abra mundo o más comprensión de éste por la vía de la sensibilidad estética y la sensibilidad crítica.



[1] Alias “La mona” en Juan Carlos Jiménez Rufino, Autobiografía, Raíz de dos, Córdoba, 2010.
[2] Un niño está defecando en un agujero cerrado con cuatro paredes de madera, y ese artefacto primitivo es un baño público y rentado además. Viene un cliente apurado, y otro niño, que controla el ingreso a cambio de unas monedas, golpea su puerta y le dice que se apresure. El niño no sale, el cliente urgido de necesidad entonces pide al niño portero que le devuelvan su dinero y se va a buscar otro lugar. Se escucha un helicóptero y alguien grita que viene un fulano que representa un héroe de ficción. El niño que cobraba a la puerta del  retrete la traba colocando una silla. El niño que está adentro mira por las rendijas y advierte que una muchedumbre comienza a correr, entonces se sube los pantalones y mira hacia las profundidades olorosas, se tapa la nariz y salta, invocando los poderes del héroe que está llegando en el helicóptero con su foto en la mano extendida hacia lo alto. Escapa, y corre entre la multitud, y obtiene el autógrafo tan codiciado.  Los que vimos esa película no podremos olvidarnos jamás  la imagen de su piel cubierta de excrementos. https://www.youtube.com/watch?v=SqefnBfskZo Película completa subtitulada en español

[3] Bárbara Beloc, compiladora, El desnudo , la piel de Eros, Biblioteca Erótica, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2001, página 41. 

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